El filtro de partículas y el filtro antipartículas de un coche diésel

La misión del filtro de partículas (DPF) y del filtro antipartículas (FAP) es la misma, reducir la cantidad de gases contaminantes expulsados por el motor. Desde 2009 lo incluyen de serie todos los fabricantes de coches ya que están  obligados por la Administración a cumplir con las normativas europeas en materia de contaminación.

El FAP es capaz de eliminar hasta el 97% de restos contaminantes mientras que el DPF llega hasta el 95%. Ambos necesitan la regeneración activa como base para su correcto funcionamiento y que no se atasquen. Este proceso de regeneración se lleva a cabo a temperaturas muy elevadas en los gases descargados. Normalmente los gases del escape no alcanzan los 600 grados de temperatura que hacen falta para la regeneración del filtro por lo que se aumenta su temperatura de forma artificial para poder quemar todas las partículas de carbonilla que podrían atascarlos.

Una conducción urbana perjudica la regeneración del filtro ya que nunca se alcanzarán temperaturas muy elevadas y la cantidad de carbonilla será elevada. Por el contrario una conducción en autopista provocará gases con mayor temperatura favoreciendo la regeneración del filtro si es necesario. En esta situación la cantidad de carbonilla será pequeña, con lo que salvo que le pisemos bastante al coche la regeneración no se llevará a cabo porque la poca carbonilla que se genera se va eliminando de forma normal en el filtro.

Video de funcionamiento